Por: Margarita María Peláez Mejía
Es difícil soltar a un ser que se ha querido.
Hay seres que amaste,
pero te lastimaron,
sin compasión.
Nunca pidieron disculpas, ni perdón.
No saben amar y no desean aprender.
¿Quién es el dueño de las heridas y cicatrices?,
¿el que las causa o el que las recibe?
Donde hay una cicatriz, hay una historia.
Un ser humano con memoria y dolor por sanar.
Cuando un amor se acaba,
muere un dialecto que inventó palabras y sentidos
con ese ser con el que había sintonía.
Esto lo aprendí de un libro pleno de sabiduría,
sin letras, páginas,
sin título, ni autor.
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