Por: Margarita Peláez Mejía
En la década del setenta, cuando como estudiantes hacíamos parte del movimiento social de mujeres, Rosita Turizo, como cariñosamente le llamamos, era un referente, una aliada, una amiga muy importante para quienes luchábamos por la equidad de género. Ella ya tenía un importante camino recorrido y continuaba -como continúa hoy- firme en buscar las reivindicaciones de las mujeres y el ejercicio pleno de su ciudadanía, para así ganar el espacio público y hacernos visibles en todas las esferas de la vida.
Rosa Turizo nació el primero de agosto de 1929 en la ciudad de Medellín, una ciudad que como la gran mayoría del país, no ofrecía oportunidades diferentes a las mujeres fuera del espacio doméstico. No obstante, recuerda como su padre le decía en la niñez "aún cuando sean mujeres, ustedes tienen que aprender a manejarse solas, a bastarse por sí mismas, a ser autónomas". Y efectivamente desde la infancia Rosita y sus hermanas jugaban y soñaban con ser médicas, odontólogas, abogadas.
En 1949 decidió estudiar derecho en la Universidad de Antioquia. Era una época en que aún era mal visto por la sociedad que las mujeres ingresaran a carreras universitarias y más aún cuando se era la única mujer entre un grupo de 62 hombres. Sin embargo, las dificultades le sirvieron a Rosita para seguir luchando por la participación femenina en la vida profesional y política del país. Es así como en 1955, funda la Asociación Femenina Profesional de Antioquia -AFPA-, de la cual fue la primera presidenta y desde la cual se logran importantes reivindicaciones para la mujer colombiana.
Rosa Turizo de Trujillo es una de las pioneras en la lucha por el sufragio femenino en Colombia. Desde el liderazgo de la AFPA presionó, junto con otras personas, por la ratificación de los derechos adquiridos por las mujeres durante el derrocado gobierno de Rojas Pinilla. Pero Rosita va más allá del simple acto de votar y funda en 1957 la Unión de Ciudadanas de Colombia, con la cual busca garantizar la educación cívica, que les permitiera a las mujeres conocer sus derechos y ejercer conscientemente su participación política.
Rosita además ha creado, pertenecido, asesorado y acompañado a muchas organizaciones y expresiones del movimiento social de mujeres. Participó en la creación de la Corporación Mundial de la Mujer o Banco de la Mujer, es co-fundadora de la Asociación Antioqueña del Voluntariado -ADEVOL-, es socia fundadora de la extinta Corporación Salud Mujer, hace parte de la Red Nacional de Mujeres y de la mesa de Trabajo de la Mujer Medellín, entre otras.
Además de su importante lucha por el derecho al sufragio femenino, Rosita ayudó a resquebrajar el estereotipo de que las mujeres no podían tener puestos directivos por "ser emotivas y no estar preparadas para tomar decisiones" y le abrió el camino a muchas mujeres con su capacidad, liderazgo y tenacidad. Es así como ocupa diferentes puestos directivos como el de Jueza Municipal, Secretaria-Abogada en la Contraloría de Medellín, Auditora del Ferrocarril de Antioquia, Fiscal del Tribunal Superior de Medellín, Candidata a la Alcaldía de Medellín y a la Asamblea Nacional Constituyente, entre otros importantes cargos, en los cuales era muchas veces la primera mujer en ocuparlos.
En la academia Rosita también ha dejado su huella como profesora durante varios años en la Universidad Pontificia Bolivariana y como co-fundadora de la Universidad de Medellín y de la Universidad Autónoma Latinoamericana, en las cuales ha sido parte de la Conciliatura y Presidenta, respectivamente. Rosita no solo ha logrado ser la primera mujer en ocupar algunos puestos directivos con gran reconocimiento por parte de sus compañeras y compañeros, sino que aportó características femeninas al liderazgo, como ser conciliadora, tener capacidad para conformar equipos de trabajo, saber escuchar y sentir las necesidades de su grupo laboral y el respeto por la diversidad.
Por sus actividades en favor de la mujer, Rosita ha recibido numerosos premios y reconocimientos: Medalla al Mérito Femenino del Municipio de Medellín 1979 (categoría plata) y 1999 (categoría oro). Exaltada por la Subsecretaría de Mujer de la Gobernación de Antioquia en 1994, por el aporte al desarrollo social y al reconocimiento de la condición de género. Orden al comendador, otorgada por el gobierno nacional en 1997, por su trabajo de 40 años en favor de los derechos de la mujer. Condecoración Policarpa Salavarrieta en el grado de Comendador, otorgada en 1999 por la Cámara de representantes.
Para ella su éxito ha consistido en definir y saber que es lo que se quiere, manteniendo el equilibrio entre el trabajo y la vida familiar. Ella considera estos dos espacios como las grandes oportunidades de desarrollo personal, desde los cuales busca contribuir a la democratización del país.
Claridad, equilibrio, equidad y coherencia son las características del liderazgo que hemos conocido y aprendido de Rosita. Una mujer pequeña, de mente y corazón grande, firme en sus ideales, dulce y amable en su vida cotidiana. Rosita se ha ganado un espacio importante entre las mujeres y hombres del siglo XX en Colombia, por su testimonio de vida basado en un trabajo constante y visionario por el logro del ejercicio pleno de la ciudadanía, que significa más que la capacidad legal de ejercer los derechos políticos. Consiste, como ella misma lo dice, en poder gozar de derechos sociales, culturales, económicos, ambientales, sexuales y reproductivos.
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